Foto: Oliver Duch |
Heraldo de Aragón. Chema R. Morais
Está contento de que el cuerpo le responda. El suyo, y el de Bomberos, donde trabaja en su Zaragoza natal. Va a necesitar el apoyo de ambos para salir con bien de su última ocurrencia. Porque Luis Muñoz, a pesar de estar dentro del grupo de rescate vertical y en el de buceadores, no se lleva el trabajo a casa. En su tiempo libre, tiene los pies en la tierra. Tanto, que le ha dado por correr. Hace tres años comenzó a prepararse y ya se mueve por maratones y carreras de montaña como pez en el agua. Quizá por eso ahora lo intente en el desierto.
Luis se marcha mañana al Sáhara, al sur de Marruecos, donde será el único aragonés en la carrera más exigente del mundo: la maratón de Sables. 250 kilómetros en una semana, con etapas de entre 20 y 80 kilómetros, y llevando encima todo el equipo necesario para sobrevivir. «La organización solo aporta el agua en los puntos de control. Pero lo más duro supongo que será el calor, porque se pueden alcanzar picos de 48 grados y, por la noche, bajará de 10», cuenta Luis. Y lo hace contento. Porque, según dice, la dureza de la competición no es nada con todo lo que ha venido antes. Primero, buscando patrocinadores, a los que agradece su confianza y aportaciones, que le han permitido reunir los 3.300 euros de la inscripción. Pero, sobre todo, con el entrenamiento. «Me lleva mi compañero Manolo Algás. Hemos hecho muchos kilómetros, series rápidas y entrenamientos con mochila, pero no hemos podido entrenar con altas temperaturas. Hace veinte días fui a una carrera de 120 kilómetros en Gran Canaria, como prueba final, y me llevé de aquí el aire y el frío. ¡Toda la noche lloviendo! Menos mal que me ha servido de entrenamiento psicológico», dice, resignado.
Aun así, quedó entre los 25 primeros y eso que su competición es más contra sí mismo que contra el crono. «En Sables, me conformo con entrar en la historia de una carrera mítica y espectacular. Habrá 900 participantes de todo el mundo, 70 de ellos españoles, y yo siempre podré presumir de ser el mejor aragonés», bromea. El buen humor que no falte. «Yo conocí la prueba por la tele y consideraba a los participantes unos locos que van por el desierto. Y mira ahora. Entiendo que haya gente que piense que estamos majaras, pero estos retos te llevan a buscar tus límites y a disfrutar "entre comillas"».
Un homenaje
Las comillas son necesarias. Porque hay respeto. Y hasta miedo. Pero no al cansancio, sino, más bien, a la comida. «Pesa mucho y tenemos que llevar 2.000 calorías diarias. En cuanto acabe, me voy a dar un homenaje de los buenos», pronostica. Encima, ya tiene en la agenda nuevos retos para la vuelta, como una Ultra Trail por el Aneto y otra por Montblanc, de más de 150 kilómetros. «Yo no me corto la coleta -dice, de forma figurada-. Quiero saber hasta dónde puedo llegar. Cuando acabas una prueba así, estás agotado, pero feliz. El cuerpo puede dar mucho más de lo que pensamos», señala.
Y también la mente. Hace falta mantenerla a raya para pasar tantas horas solo y en ruta. «Lo mejor es desconectar y no pensar nada negativo. Si no, siempre tienes la música para ayudarte. Yo siempre me pongo a Bunbury en el mp3 y también me llevaré la canción de Sting 'Desert rose', que me parece apropiada. Sentir esa libertad de correr en medio del monte o el desierto, uno solo, ya reporta mucha satisfacción», afirma. La misma que espera sentir al cruzar la meta, el próximo 9 de abril. Porque está seguro de que lo hará. «Soy muy disciplinado y me encanta que las cosas salgan bien», concluye, al estilo de Hannibal del 'Equipo A'.
1 comentario:
Ole,Vamos campeon,a darlo todo que tu puedes!!!!
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