HERALDO DE ARAGÓN. Marta Garú.
Los vecinos del inmueble número 18 de la calle de San Vicente Mártir esperaban anoche en la calle a que los bomberos de Zaragoza y los técnicos del gas inspeccionaran el edificio y localizaran la fuga que parece estar detrás de la muerte de un vecino y la intoxicación grave de su esposa, la cual se encuentra ingresada en el hospital. El hijo de ambos encontró al padre muerto sobre las 13.00 y a su madre en muy mal estado. Pero no fue hasta que los médicos hicieron análisis a la mujer y encontraron restos de monóxido de carbono en su sangre cuando se dio la voz de alarma.
Sobre las 21.15, miembros del Cuerpo de Bomberos y agentes de la Policía Local acudieron al edificio y fueron puerta por puerta de los 72 pisos desalojando a todos los vecinos. Al cierre de esta edición, todavía permanecían a la intemperie aguardando a que les dejaran volver a sus casas.
Aunque el escape se detectó ayer, la fuga, tal y como se desarrollaron los hechos, pudo producirse el pasado martes. Ese día, la familia llamó al médico ya que la mujer, de nombre Esperanza y de unos 70 años de edad, se encontraba mal. Concretamente el aviso se hizo por posible gastroenteritis, uno de los síntomas que puede producir la inhalación de gas. El sanitario asistió a la paciente y se marchó.
"Me extrañó porque dijo que la familia estaba como ida, como algo loca o como si tuviera alzheimer. Pero yo le comenté que no podía ser porque el hombre, llamado Sergio, aún conducía", explicó ayer Carmen, una vecina de la casa. "Por la noche, me desperté y oí quejidos y un ronquido raros, pero no le di más importancia. Ya por la mañana, el chico se despertó mucho más tarde de lo que acostumbra porque, según me comentó, estaba como atontado, y se encontró a su padre muerto y a su madre muy mala", manifestó.
El joven llamó a los servicios médicos y sobre las 13.00 se llevaron a su madre al hospital. Los análisis revelaron posteriormente que había inhalado gas y que esa era la causa de su estado.
Lucía Juste, portera del inmueble, permanecía ayer con sus vecinos en la calle a la espera de que los técnicos les dejaran volver a casa con seguridad. Varios de ellos se quejaban de picores de garganta y atontamiento, sobre todo los más próximos al piso afectado, el 2º, 1ª.
Muchos se fueron con familiares, pero otros, algunos de ellos muy mayores, se avituallaron con ropas de abrigo y sillas y aguardaban resignados en la vía pública. Los responsables del Colegio Mayor Miraflores les ofrecieron pasar a sus dependencias del salón de actos para que estuvieran más cómodos, pero el cordón policial establecido por su seguridad les impidió hacerlo. Pasada la medianoche, regresaron a sus casas.
Sobre las 21.15, miembros del Cuerpo de Bomberos y agentes de la Policía Local acudieron al edificio y fueron puerta por puerta de los 72 pisos desalojando a todos los vecinos. Al cierre de esta edición, todavía permanecían a la intemperie aguardando a que les dejaran volver a sus casas.
Aunque el escape se detectó ayer, la fuga, tal y como se desarrollaron los hechos, pudo producirse el pasado martes. Ese día, la familia llamó al médico ya que la mujer, de nombre Esperanza y de unos 70 años de edad, se encontraba mal. Concretamente el aviso se hizo por posible gastroenteritis, uno de los síntomas que puede producir la inhalación de gas. El sanitario asistió a la paciente y se marchó.
"Me extrañó porque dijo que la familia estaba como ida, como algo loca o como si tuviera alzheimer. Pero yo le comenté que no podía ser porque el hombre, llamado Sergio, aún conducía", explicó ayer Carmen, una vecina de la casa. "Por la noche, me desperté y oí quejidos y un ronquido raros, pero no le di más importancia. Ya por la mañana, el chico se despertó mucho más tarde de lo que acostumbra porque, según me comentó, estaba como atontado, y se encontró a su padre muerto y a su madre muy mala", manifestó.
El joven llamó a los servicios médicos y sobre las 13.00 se llevaron a su madre al hospital. Los análisis revelaron posteriormente que había inhalado gas y que esa era la causa de su estado.
Lucía Juste, portera del inmueble, permanecía ayer con sus vecinos en la calle a la espera de que los técnicos les dejaran volver a casa con seguridad. Varios de ellos se quejaban de picores de garganta y atontamiento, sobre todo los más próximos al piso afectado, el 2º, 1ª.
Muchos se fueron con familiares, pero otros, algunos de ellos muy mayores, se avituallaron con ropas de abrigo y sillas y aguardaban resignados en la vía pública. Los responsables del Colegio Mayor Miraflores les ofrecieron pasar a sus dependencias del salón de actos para que estuvieran más cómodos, pero el cordón policial establecido por su seguridad les impidió hacerlo. Pasada la medianoche, regresaron a sus casas.
Foto: La Red
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