Esta noche, otra vez, como tantas y tantas noches se ha producido una quema masiva de contenedores. Con los contenedores antiguos el riesgo era mínimo si bien es cierto que algún coche también se podía llegar a quemar, dependiendo del tiempo en que algún vecino tardara en darse cuenta y en avisar. Ahora, con los nuevos contenedores, el fuego es mucho más virulento, peligroso, las grandes llamas que se producen llegan a alcanzar el primer piso, la columna de humo tóxico se puede meter por las ventanas (especialmente cuando llegue el buen tiempo y estén abiertas para que corra el aire) y la radiación térmica es tal que se llegan a calentar las fachadas de la acera de enfrente.
Los pirómanos de contenedores deben darse cuenta del riesgo que entrañan las acciones que cometen antes de que alguien se lleve un gran disgusto. El Ayuntamiento por su parte, conocedor del problema, también debe investigar la resistencia al fuego de estos contenedores y sus propiedades y si no se puede solucionar, retirarlos y colocar otros que no pongan el riesgo a los ciudadanos y sus bienes.
Foto: Archivo Heraldo de Aragón
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