El malestar de los ciudadanos de Zaragoza es general en cuanto a la regulación semafórica se refiere, y lo cierto es que no les falta razón. Incomprensiblemente en una avenida tienes que parar hasta cinco veces desde el principio hasta el final cuando lo lógico sería que los semáforos trabajaran en "efecto ola", es decir, se van poniendo verdes conforme la cresta del tráfico va llegando a ellos ( a la velocidad legalmente establecida), de tal forma que arrancando en verde en el principio de la avenida y manteniendo la velocidad constante se recorra la avenida sin paradas. Si alguien circula a mayor velocidad entonces sí que tendría que detenerse, porque el tiempo de apertura entre semáforos está calculado para que se realice a una determinada velocidad con respecto a la distancia entre ellos.
La mala coordinación semafórica provoca que algunos usuarios, poco conscientes del peligro, arranquen con el disco todavía en rojo para conseguir alcanzar el siguiente semáforo en verde o ambar antes de que se cierre. Esto provoca en muchas ocasiones numerosos accidentes de tráfico en la ciudad que en muchas ocasiones se saldan con graves consecuencias.
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