
"Total, son cinco minutos". "Vah! si aquí no molesta". "Por aquí no entra nadie". Estas son expresiones que se pueden escuchar todos los días cuando los conductores dejan sus vehículos en doble fila para tomarse un café por no perder el tiempo en buscar un sitio para aparcar. O cuando estacionan su vehículo en un baden que da acceso a los vehículos de bomberos a una calle peatonal o a una finca de uno o varios bloques de pisos. Nunca pasa nada... nunca pasa nada hasta que pasa.
Incendio de piso con personas en el interior, el tren de ataque está llegando al incendio. Cuando los vehículos de bomberos dan la vuelta a la esquina se encuentran con la calle llena de coches en doble fila. Se produce el caos, los bomberos tienen la adrenalina a tope, ya que saben a que situación se tienen que enfrentar y cada minuto de retraso puede ser vital. Los conductores salen lentamente del bar, desconcertados, no saben que hacer ni donde meterse, aún moviendo sus coches continúan obstaculizando el paso. En esos momentos los bomberos se acuerdan de sus compañeros de la policía local y de lo bien puestas que están ciertas multas.
Cuando los bomberos llegan al incendio se encuentran con que la situación ha empeorado, su estado físico es de estrés y esto repercute en su trabajo.
¿Pueden imaginar los conductores insensatos la responsabilidad que pueden llegar a tener si con su conducta ponen en peligro a otros ciudadanos que necesitan ayuda?